Por: Redacción Política Estados Unidos - El Extranews
El debate vicepresidencial fue sustantivo en temas que van desde China hasta el fracking y la política fiscal. Sin duda, fue un enfrentamiento entre dos políticos pulidos y con muchos años de servicio intercambiando púas en la cadencia de Washington. Y fue aburrido. Quizás hemos olvidado lo encantador que puede ser realmente aburrido.
La senadora Kamala Harris llegó con expectativas altísimas, pero tenía una aguja mucho más difícil de enhebrar. Ella y el exvicepresidente Joe Biden lideran las encuestas, por lo que su campaña no necesitaba ni quería cambiar la trayectoria de la carrera. Su tono deliberativo fue importante. Pero no habría ventajas en este punto, para la campaña de Biden para que se metiera en las malas hierbas de las políticas, ya sea que apoyen los límites al aborto o si agregarían escaños a la Corte Suprema, que solo podrían desanimar a los votantes no comprometidos. Ella los evitó.
El vicepresidente Mike Pence, como el perdedor, no tuvo ese inconveniente y trató de mover la aguja centrándose en los detalles.
¿Importó? No ¿Ha cambiado la carrera a partir de esta noche porque Pence siguió hablando durante su tiempo y Harris no respondió si ella apoyaba agregar jueces a la Corte Suprema? Definitivamente no. Porque esto no es 2012.
Ambos candidatos tuvieron momentos fuertes y algunos tropiezos en el transcurso de la noche, pero en lo que respecta a recuerdos duraderos sobre lo que se dijo son pocos y distantes entre sí.
Si esta fue una ronda que mostró el futuro de los partidos Demócrata y Republicano, los verdaderos fuegos artificiales tendrán que esperar por los próximos años.
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