Por: Redaccion Noticias de la Florida - Extranews
El atleta Óscar Herrera perdió la visión cuando unos delincuentes en su natal Venezuela le arrojaron un ácido en la cara para robarle. A pesar de su condición se convirtió en un destacado atleta paralímpico, pero tuvo que dejarlo todo para emigrar a Estados Unidos alegando persecución del régimen chavista y terminó viviendo en las calles del sur de la Florida. El venezolano, de 46 años, llegó a EEUU hace siete meses tras vender sus pocas pertenencias y reunir dinero para comprar un boleto aéreo a México, desde donde emprendió la travesía para cruzar la frontera, viajando por peligrosas rutas en autobuses públicos con la “sola compañía de Dios”. Herrera, medalla de bronce en un campeonato mundial en Holanda en 2006, dijo que decidió emigrar cuando el régimen de Nicolás Maduro le suspendió sus beneficios sociales porque respondió afirmativamente a una encuesta en la que se consultaba si estaba de acuerdo con las sanciones del gobierno estadounidense. Y los llamados consejos comunales comenzaron a hostigarlo en su casa por oponerse a apoyar al mandatario venezolano.
“La forma en que me estaban perjudicando era tratando de asfixiarme económicamente. Un día hicieron la encuesta y dije que sí estaba de acuerdo. Después de eso me cortaron todas las ayudas sociales. Me amenazaron. En Venezuela si los ciudadanos no están a favor del gobierno o no votan por ellos, comienzan a amenazar”, expresó en una entrevista con los medios noticiosos.
También afirmó a los medios que muchos ciudadanos venezolanos buscan “la libertad porque nosotros vivimos bajo un régimen comunista donde el gobierno está permanente acosando y persiguiendo. Me vine a Estados Unidos a pedir asilo político”. Al llegar a EEUU lo recibió un amigo en su casa en el Condado Broward, quien poco tiempo después enfermó de cáncer y tuvo que ir a Nueva York a someterse a tratamiento médico, debido a ello lo llevó a un refugio en Fort Lauderdale. En el refugio solo estuvo dos días porque según Herrera no aceptaban invidentes. Se fue a la terminal de buses de Fort Lauderdale, donde una persona le dijo que se quedara en su casa dos noches. Después de eso, se volvió a quedar en la calle y decidió refugiarse en el aeropuerto internacional de esa ciudad, donde estuvo tres meses.
Un amigo le pagó varios días en un hotel, contactó a otro refugio y lo ayudó a publicar su caso en la plataforma GoFundme para recolectar el dinero necesario que le permita costear un lugar permanente donde vivir. Ahora se encuentra en la sede de la fundación Remar USA, cerca de Clewiston, a unas 80 millas al noroeste de Fort Lauderdale. La fundación ayuda a personas con problemas de dependencia de alcohol y drogas, y a inmigrantes.
El atleta luego de haber pasado por esas amargas experiencias en su país decidió entrar en un proceso de rehabilitación y ahora en Estados Unidos espera poder retomar su vida deportiva.
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