Bernardo Arévalo, del Partido Socialdemócrata, prestó juramento a altas horas de la noche del 15 de enero, luego de una jornada maratónica de 12 horas en el Congreso, que se retrasó debido a una serie de maniobras de partidos de oposición que causaron preocupación en la comunidad internacional.
Los retrasos fueron tan largos que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, leyó una declaración acordada con el Alto Representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, en la que llamaba al Parlamento a cumplir con su obligación constitucional de transferir el poder.
Porque la voluntad del pueblo expresada en las elecciones "debe ser respetada".
El propio Tribunal Constitucional dio a la Asamblea Legislativa una hora por la tarde, hora local, para informar sobre el avance de su sesión solemne, amenazando incluso con responsabilidad civil y penal si no se garantizaba la transmisión.
Si bien la ley establece que la toma de juramento debe tomarse a las 16:44:44 del 14 de enero, los señores Arévalo y Karin Herrera finalmente prestaron juramento después de la medianoche (hora local) del día siguiente.
Funcionarios como el rey Felipe VI y el presidente chileno Gabriel Boric, que habían visitado Guatemala, no acudieron al Teatro Nacional a pesar de esperar varias horas para la ceremonia solemne.
El principio nunca fue el final.
Al evento tampoco asistió el presidente saliente, Alejandro Giammattei, pero "enfrentó el riesgo de llegar en plena noche sin iniciar el acto formal" y entregó los símbolos de la presidencia al Congreso, agregando que "deben conservarse".
por separado".
" A partir del evento se puede tomar una postura tal y como se define en la constitución.
Al principio de su nombramiento, el Sr.
Arévalo prometió que "no permitiremos que nuestras instituciones sucumban nuevamente a la corrupción y la impunidad" y que el apoyo a las democracias en los últimos meses ha sido "críticamente importante".
Junto a esto, mencionó el apoyo internacional que recibió luego de la persecución judicial iniciada por el Ministerio Público contra él y su partido, el Movimiento Semilla, buscando la anulación de las elecciones y la privación de personalidad jurídica de este grupo.
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Tras una investigación por un presunto caso de corrupción relacionado con la firma falsificada de la Constitución.
El presidente dijo que su "primera gran promesa" fue que "el autoritarismo nunca volverá a existir en Guatemala" y que "la violencia nunca será utilizada como medio para promover una agenda política o mantener privilegios".
"Para miles de personas, estos últimos meses han enfrentado tensiones y desafíos complejos que han llevado a muchos a creer que estamos frente a un retroceso autoritario.
"Señala el regreso de la dictadura en Guatemala", dijo.
Pero destacó que si bien instituciones como el Tribunal Supremo Electoral y el Tribunal Constitucional "han protegido las aspiraciones soberanas del pueblo guatemalteco de vivir en democracia", el pueblo "ha demostrado sabiduría".
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