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La Escuela del Futuro: Un Mundo Sin Profesores

Por: Editson Romero Angulo

Productor de Contenidos Informativos "El Humanitario"


El Rol del Profesor en la Era de la Inteligencia Artificial


En una fresca mañana de septiembre de 2024, los pasillos del David Game College en Londres cobran vida con los ecos de los estudiantes que regresan a las aulas. 

Sin embargo, en uno de esos salones no se escucharán las palabras de un profesor. 

No habrá una figura humana al frente de la clase, guiando a los alumnos a través de complejos conceptos de matemáticas o química.


En su lugar, una máquina hablará, responderá preguntas y, sobre todo, observará. 

Los 20 alumnos seleccionados para este experimento no recibirán instrucciones de un ser humano, sino de una Inteligencia Artificial.


Si algo he aprendido de la historia de la humanidad es que sus avances, aunque muchas veces inevitables, suelen encontrarse con resistencias profundamente enraizadas en el miedo a lo desconocido. ¿Y qué puede haber más perturbador para un educador que la idea de ser reemplazado por una máquina, de ver cómo se desmorona la estructura misma sobre la que se ha erigido el concepto de enseñanza durante milenios? Pero esto no es ciencia ficción.


El Experimento Sabrewing: Un Salto Cuántico en la Educación 


El Programa Sabrewing es la culminación de una evolución tecnológica que ha estado avanzando lentamente, como un río que socava una montaña de resistencia tradicionalista. La IA en este caso no solo da clases, sino que evalúa de manera continua el rendimiento de los alumnos, adaptándose a sus necesidades y ajustando el contenido de las lecciones en tiempo real. Este proceso, alimentado por datos ininterrumpidos, genera un nivel de personalización que hasta ahora los profesores humanos solo podían soñar. Para John Dalton, director del David Game College, este es un "salto cuántico" en la forma de enseñar.


Quizás Dalton tenga razón. La IA puede, de hecho, ofrecer una ventaja significativa cuando se trata de matemáticas, química y física, donde el aprendizaje estructurado y basado en reglas parece particularmente adecuado para ser gestionado por un sistema capaz de manejar y procesar cantidades masivas de datos. Pero, ¿Qué implica esto para la figura del profesor? ¿Acaso el ser humano, con todas sus limitaciones, está destinado a quedar obsoleto?


Las Máquinas que Aprenden: ¿Podemos Confiarles el Futuro de la Educación? Como en muchas ocasiones en las que la tecnología desafía la norma establecida, la IA en la educación se enfrenta a defensores y detractores. El sistema que emplea el Programa Sabrewing no es simplemente una base de datos que recita información preestablecida. Se trata de una IA que escucha, responde y evalúa, utilizando modelos de lenguaje capaces de mantener un diálogo natural con los estudiantes. Es una máquina que, irónicamente, está diseñada para aprender, incluso más rápido y con mayor precisión que los alumnos a los que enseña.


Aquí reside uno de los puntos cruciales: el sistema no solo enseña, sino que ajusta el proceso en función de cada individuo. Como lo explicó Dalton, “Puedes usar tu intuición profesional, pero nunca será tan buena como la gran cantidad de datos que puede producir un sistema de IA”. Esta afirmación es reveladora. Los profesores han confiado tradicionalmente en su experiencia y su habilidad para leer a los alumnos, pero ahora una máquina puede recopilar y analizar datos mucho más rápido y con mayor precisión que cualquier ser humano.  


Sin embargo, un sistema de enseñanza que se basa exclusivamente en datos y algoritmos plantea una cuestión ética fundamental: ¿puede la educación reducirse a números? ¿Y qué sucede con los aspectos del aprendizaje que no son cuantificables, como la empatía, la curiosidad y la interacción humana?


El Rol del Profesor en la Era de la Inteligencia Artificial 


No es sorprendente que una parte de la comunidad educativa se haya manifestado en contra de esta propuesta. Chris McGovern, de la iniciativa Campaign for Real Education, argumenta que los niños "necesitan tener profesores, necesitan relacionarse con otros niños". Para McGovern, y para muchos que piensan como él, el proceso de aprendizaje no es solo una cuestión de acumular conocimientos, sino de desarrollarse como seres humanos completos. "El problema con la IA", dice McGovern, "es que es una máquina y es inerte".


Aquí es donde la metáfora asimoviana del "cerebro positrónico" cobra fuerza. En los  relatos de Isaac Asimov, las máquinas con cerebros positrónicos a menudo superaban a los humanos en capacidad intelectual, pero carecían de ese toque de humanidad que no puede ser replicado por circuitos y algoritmos. Los profesores no solo enseñan; inspiran, motivan, y sobre todo, interactúan con sus alumnos a un nivel profundamente humano.


Pero no debemos subestimar el potencial de la IA. La tecnología puede ser tanto una herramienta de liberación como de destrucción, dependiendo de cómo la utilicemos. Si las máquinas están diseñadas para tomar decisiones, para enseñar y guiar, es esencial que los humanos aún mantengan el control sobre el proceso educativo. Después de todo, la IA, por más avanzada que sea, sigue siendo una creación humana.


La Educación como un Espejo de la Sociedad 


Es importante recordar que la enseñanza ha evolucionado con la sociedad. Desde los antiguos filósofos griegos que transmitían su sabiduría en diálogos hasta la era moderna de educación estandarizada, la figura del profesor ha ido cambiando. 


¿Acaso estamos presenciando la siguiente fase de esa evolución, una en la que los seres humanos ceden parte de su autoridad a las máquinas?


Para algunos, como Rudolf Eliot Lockhart, de la Asociación de Escuelas Independientes, el uso de la IA en las aulas es una revolución en ciernes. "Tiene el potencial de ser una verdadera revolución", ha dicho Lockhart. Y aunque no podemos negar las promesas de una mayor eficiencia y personalización en el aprendizaje, también debemos ser conscientes de lo que podemos perder.


La interacción humana en las aulas no es solo una cuestión de transmitir conocimientos; es una parte integral del desarrollo emocional y social de los estudiantes. Si eliminamos esa interacción, corremos el riesgo de deshumanizar el proceso educativo, de crear un sistema en el que el conocimiento se imparte, pero la sabiduría, esa cualidad tan profundamente humana, podría desvanecerse.


Conclusión 


La introducción de la Inteligencia Artificial en el David Game College de Londres es, sin duda, un experimento que desafía las concepciones tradicionales de la educación. Nos encontramos en una encrucijada donde la tecnología tiene el potencial de transformar radicalmente el aprendizaje, pero también nos obliga a reconsiderar el papel de los seres humanos en el proceso educativo.


Hemos de subrayar aquí la necesidad de que los humanos mantengan el control ético sobre sus creaciones. Quizás el futuro de la educación no esté en la sustitución completa de los profesores, sino en una colaboración equilibrada entre humanos y máquinas,

Los docentes se coinvertirán en mentores y guías, mientras que la IA proporciona apoyo personalizado y análisis de datos.


La educación del futuro está por definirse, pero una cosa es segura: como en todo gran avance, debemos proceder con cautela y sabiduría, recordando siempre que las máquinas, por más inteligentes que sean, nunca podrán reemplazar el alma humana.  



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